1/12/2011, Jueves de la primera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (26,1-6)

Aquel día, se cantará este canto en el país de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes: Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti. Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del humilde, las pisadas de los pobres.»

Salmo responsorial (Sal 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a)
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. R.

Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. R.

Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre aren Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»

1 diciembre 2011. Jueves de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

A solo seis días de la Vigilia, entramos en el sprint final de la Campaña de la Inmaculada. Georges Bernanos escribió que “Ella es más joven que el pecado, más joven que la raza de la que ella es originaria y, aunque Madre por la gracia, Madre de las gracias, es la más joven del género humano”. La devoción a nuestra Madre es como el viento que aviva las brasas apagadas por la ceniza. ¡Bienaventurada, Tú, María, porque has creído! Tú eres la PUERTA DE LA FE y la Estrella de nuestra Misión como quiere Aparecida.

Y dentro de dos días la fiesta del gigante de la misión, San Francisco Javier. El ritmo del tiempo de Adviento va calando en nuestro espíritu y se pone vigilante, sacude su rutina y modorra, cobra su amor primero.

Las tres lecturas nos hablan de confianza, escucha de la palabra divina, coherencia entre el dicho y el hecho, roca firme porque Cristo es Roca eterna, Bueno, Amor Eterno.

  1. 1. Confiad en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna. Libro de Isaías 26,1-6.
    Sí, confianza, porque nada es imposible para Él, porque lo conoce todo, lo puede todo y me ama inmensamente.
  2. 2. ¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Salmo 118(117) ,1.8-9.19-21.25-27a.
    Gratitud, gratuidad porque Dios es gratis, bueno, amoroso –siempre, eterno.
  3. 3. El que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.
    Magnífico programa para nuestra vida: escuchar las palabras de Jesús para ponerlas en práctica. Como María Inmaculada. Por eso “la Palabra se hizo carne”.

Dedica unos minutos a leer el comentario del Evangelio por el “inspirador” del Concilio Vaticano, Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra Sermón «Ver», PPS vol. 4, n°22: «Para entrar en el Reino de los cielos..., hay que hacer la voluntad de mi Padre»

Año tras año, el tiempo pasa en silencio; la venida de Cristo está cada vez más cercana. ¡Si solamente, como él se acerca a la tierra, pudiéramos nosotros acercarnos al cielo! ¡Oh, hermanos míos, pedidle que os dé el coraje para buscarlo con sinceridad! Pedidle que permanezcáis ardientes... Pedidle para que Él os conceda eso que la Escritura llama «un corazón bueno y honrado» o «un corazón perfecto» (Lc 8,15; Ps 100,2), y, sin esperar, comenzar de inmediato a obedecerle con el mejor corazón que tiene. Cualquier obediencia es mejor que nada.

Tenéis que buscar su rostro (Sal 27,8), la obediencia es la única manera de buscarlo. Todos vuestros deberes de estado son obediencia... Hacer lo que él pide, es obedecerle, y obedecerlo, es acercarse a él. Todo acto de obediencia nos acerca a él que no está lejos, aunque lo parezca, sino muy cerquita de este marco material. La tierra y el cielo no son más que un velo entre él y nosotros. Llegará el día en que se desgarrará el velo, y se nos mostrará. Y entonces, según como lo hayamos esperado, se nos recompensará. Si lo hemos olvidado, no nos conocerá. Sin embargo, "Dichosos los siervos a quienes el Señor, cuando venga, los encuentre velando» (Lc 12,37)... ¡esta es la parte de cada uno de nosotros! Es difícil lograrlo, pero más lamentable no conseguirlo. La vida es corta, la muerte es segura, y el mundo venidero es eterno.

30/11/2011, San Andrés apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación,- y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio! » Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje. »

Salmo responsorial (Sal 18, 2-3. 4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4, 18-22)

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

30 noviembre 2011. San Andrés apóstol – Puntos de oración

Hoy la Iglesia celebra la fiesta del apóstol San Andrés. Una fiesta muy consoladora para todos aquellos cristianos que no destacamos apenas en nada. Que no poseemos el ardor apostólico de Santiago, o la elocuencia arrebatadora de San Pablo, ni el estilo de vida admirable de Natanael. Cristianos de segunda fila, que siguieron a Jesús discretamente sin grandes protagonismos. Como el apóstol san Andrés cuyo único mérito, según nos cuenta el Evangelio de hoy, parece que fue el de ser hermano de Simón al que llamaban Pedro.

Hoy la Iglesia celebra la figura del apóstol san Andrés, una figura consoladora porque nos muestra la importancia de las almas pequeñas en la historia de la salvación. Y es que Dios se sirve de las almas pequeñas para llegar a las grandes, para extender el Reino. “Si Padre, así te ha parecido mejor” Así es como aparece el apóstol san Andrés en el Evangelio: Un sencillo discípulo de Juan el Bautista que llevó a su hermano Pedro ante Jesús. “Hemos encontrado al Mesías… y lo llevó a Jesús…” eso fue todo. Esa fue la mecha que permitió que prendiera la llama del Amor de Cristo en el alma de San Pedro. Es verdad que Andrés no fue más que un simple transmisor, pero sin esa mecha no habría prendido el fuego en el corazón del primer Papa.

Fue también san Andrés el que hizo saber a Jesús que había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Y fueron necesarios esos pocos panes tocados por las manos de Cristo y esos peces, para que se produjera el milagro de la multiplicación. Era necesaria la intervención del humilde apóstol para que se pudiera mostrar la omnipotencia de Dios. Omnipotencia dependiente de la acción de un pobre hombre. ¡Qué paradoja! Y así es como se escribe la historia de la salvación, entretejida de pequeñas acciones humanas, insignificantes pero imprescindibles, necesarias. Así lo quiso Dios entonces y así lo sigue queriendo en nuestros días. Y es que Dios cuenta contigo y conmigo para darse a conocer a los hombres. Dios necesita de esas almas sencillas, pequeñas pero fieles, cuyo único mérito es seguir de cerca de Jesús pero viviendo en medio de los hombres. Porque fue allí, en medio de los hombres, donde el Señor mismo llamó a san Andrés. Fue estando en medio de la brega diaria, cuando se encontraban “echando el copo en el lago, pues eran pescadores”.

Pidamos al apóstol en su día que nos conceda la gracia de entender la importancia de nuestro papel en la historia de la salvación de todos los que nos rodean.

29/11/20011, Martes de la primera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (11, 1-10)

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

Salmo responsorial (Sal 71, 1-2, 7-8. 12-13. 17)
R. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.

Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar, 5el Gran Río al confín de la tierra. R.

Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del robre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.

Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 21-24)

En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu- Santo, exclamó Jesús: -«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.» Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: -«¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»

29 noviembre 2011. Martes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Hemos comenzado un nuevo año litúrgico en el que la Iglesia nos va a ir presentando la vida de Cristo para que la meditemos y la hagamos nuestra a través de los tiempos litúrgicos. Pidamos el vivir con intensidad la liturgia para que conozcamos a Jesús con más profundidad y le encarnemos en nuestra vida, de modo que nos vayamos haciendo cada vez más parecidos a Él: “Señor, que te conozca, que te ame, que te siga”.

En este día de Adviento nos sale al paso el profeta Isaías, con sus grandes visiones llenas de esperanza. Hoy nos ofrece una de las más hermosas profecías sobre el Mesías. “Brotará un renuevo del tronco de Jesé”: Imaginemos un tronco seco, centenario, sin vida; así era el pueblo elegido de Dios, cuya falta de respuesta al amor recibido le había sumido en una gran depresión. Pero Dios es fiel a sus promesas y de aquel tocón inerte hace brotar una rama verde. El Mesías, lleno de los dones del Espíritu Santo lo renovará todo y traerá la paz a la creación: “Habitará el lobo con el cordero… el león comerá paja con el buey”.

La palabra de Dios nos invita a confiar en las promesas de Dios. Estamos siempre tentados de desaliento: mirando a nuestro alrededor y viendo la descristianización de nuestra sociedad, quizás a veces pensamos que Dios ha fracasado, que la Iglesia nada puede hacer. Pero Si Dios ha venido a la tierra es porque ama al hombre y quiere salvarlo, porque quiere hacer un nuevo cielo y una nueva tierra. Ha enviado al Mesías para que “en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente”. El Reino de Dios es semilla que crece en silencio y va dando fruto, grano de mostaza que se desarrolla hasta formar un árbol lleno de vida, un poco de levadura que basta para fermentar la masa.

EL ADVIENTO -ha señalado Benedicto XVI- ES EL TIEMPO EN EL QUE LOS CRISTIANOS DEBEN DESPERTAR EN SU CORAZÓN LA ESPERANZA DE RENOVAR EL MUNDO. La esperanza en que nos apoyamos no depende de nosotros, sino de Dios, que es fiel a sus promesas y para quien nada es imposible. Miremos a nuestro alrededor de nuevo y veremos muchos brotes esperanzadores en los que se manifiesta que Dios no se ha olvidado de los hombres y que el evangelio sigue seduciendo los corazones de tantos jóvenes y de tantos hombres y mujeres necesitados de luz, de recomposición interior, de motivos para vivir y esperar.

La Iglesia está hablando de una nueva evangelización sobre todo en las zonas de antigua cristiandad, como nuestro mundo occidental. Está convocando a los “nuevos evangelizadores” que el Espíritu Santo suscita para transmitir la fe a sus hermanos. Ofrezcámonos cada uno de nosotros a ser parte de esos nuevos apóstoles. Podemos serlo con nuestra oración, como Santa Teresita y el Hermano Rafael, o con nuestro entusiasmo misionero, como San Francisco Javier o el Beato Juan Pablo II, o con nuestra caridad y capacidad de servicio, como la Beata Teresa de Calcuta, o con nuestros sufrimientos ofrecidos con amor, como el P. Eduardo Laforet. Todos somos necesarios.

Sólo hace falta un corazón humilde que crea en el amor de Dios siempre, como nos dice Jesús en el evangelio: “Padre, Señor del cielo y de la tierra, has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien”.

28/11/2011, Lunes de la primera semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (2,1-5)

Visión de Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.» Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

Salmo responsorial (Sal 121,1-2.4-5.6-7.8-9)
R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R.

Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»R.

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.» Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.» Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

28 noviembre 2011. Lunes de la primera semana de Adviento – Puntos de oración

Comenzamos el adviento y en la oración de estos días vamos a pedir que se renueve en nosotros la esperanza, porque viene quien puede solucionar todos los problemas. Viene un redentor para este mundo: él será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. ¿Por qué hemos de temer? Por fin vendrá alguien realmente justo, que pondrá a cada uno en su sitio: a los pobres de espíritu en lo más alto de su reino y a los poderosos y enorgullecidos en lo más bajo. Atravesará la justicia con la misericordia y cada uno tendrá claro que ha recibido lo que se merecía.

El que viene traerá la paz: se forjarán arados y podaderas para el trabajo, de las espadas y lanzas de la guerra. Los corazones enquistados y violentos se convertirán en corazones magnánimos y pacíficos. A cada uno le llegará su paz interior si acoge a este Señor.

No podemos desanimarnos sabiendo que viene este Dios hecho hombre. Tenemos que estar alegres. Tenemos que acercarnos a la casa del Señor con cantos de alegría. No puede pasar la oración de hoy sin cantar interiormente y despacio: ¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor! No importa entonar más o menos bien, lo que sí importa es que dejemos que estas palabras penetren en nuestro ánimo y nos hagan pasar un día de júbilo.

El Adviento nos tiene que llevar a un camino de conversión. Tenemos que cambiar para que el Dios hecho hombre pueda entrar en nuestra vida. Así como en Cuaresma pedimos la conversión a base de sacrificios, penitencias y ceniza, en Adviento se nos pide la conversión –el mismo efecto, por tanto- pero desde la alegría de sabernos redimidos. Que la paz, la alegría, la esperanza nos cambien el corazón. Dicen en pedagogía que vale más la miel que la hiel para educar. Dejémonos llenar de este espíritu de adviento para que al recibir a Dios se obre la transformación definitiva del corazón.

Hoy celebramos además a una santa francesa, Santa Catalina Labouré (1806-1876). Hija de la Caridad de san Vicente de Paúl, que estuvo cuarenta y tantos años en un hospital, en medio del anonimato más absoluto, como miles de monjas dedicadas al servicio de los desamparados por amor de Dios: en hospitales, asilos, manicomios, orfanatos, allí donde se sufre, y sin que nadie las conozca.

Nadie sabía que en su juventud, en 1830, en la capilla de la rue du Bac había tenido unas visiones de la Virgen, en las que Nuestra Señora le pedía que se acuñase una medalla con su imagen de cuyas manos saliesen rayos de luz, las gracias que derrama sobre el mundo. Este fue el origen de la «medalla milagrosa».

La Virgen sigue derramando gracias a espuertas por el mundo. Lo sabemos de forma plástica a través de esta monjita. Podemos dedicar también un rato de nuestra oración a dar gracias a Dios por esta vida que se dejó llenar de sus gracias, y hacer deseos de imitarla en esto.

Esquema de oración, por tanto:

  • Pedir llenarnos de alegría y paz.
  • Meditar en un Adviento pleno de esperanza que nos lleve a la conversión del corazón.
  • Dar gracias a Dios por santa Catalina Labouré como modelo de entrega a los más necesitados.
  • Desear ser así de generosos y pedir fuerzas a Dios para serlo.

27/11/2011, Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo B)

Lectura del libro de Isaías (63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7)

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasarnos-aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: .somos todos obra de tu mano.

Salmo responsorial (Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19)
R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R.

Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,3-9)

Hermanos: La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo, digo a todos: ¡Velad!»

27 noviembre 2011. Domingo de la primera semana de Adviento (Ciclo B) – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”. Así comienza el Evangelio que la Iglesia Universal proclama mañana, primer domingo de Adviento.

Recuerda a aquella otra invitación de Jesús a los suyos: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye Mi voy y abre la puerta, Yo entraré y cenaré con él, y él Conmigo” (Ap 3, 20). Éste es nuestro deseo, y así se lo expresamos a Dios desde el fondo de nuestro corazón: Señor, deseo ardientemente escuchar tu voz, abrir la puerta de mi alma, y que en la intimidad de la tarde que cae, cenemos juntos: Tú conmigo, y yo Contigo.

El Padre Morales, insistía en vivir este comienzo del Adviento, desde un triple nacimiento. Adviento es preparación para un triple nacimiento:

  1. Histórico: Jesús en Belén.
  2. Futuro: Su definitiva Venida en el juicio final personal y universal.
  3. Actual: Él, acampando en nuestra vida, preparándonos para la segunda venida, la definitiva.

Que la oración de mañana, sea una oración de deseo, de petición: “Señor, encárnate en mi vida”. Los comienzos marcan la importancia de las obras. Mañana, es necesario escuchar de labios del Señor: “Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”.

No es una amenaza. Sí es un toque de atención. Señor, ¿cómo estoy viviendo? ¿Qué espera mi corazón? ¿Qué me desvela?

Sólo hay una manera de llegar al fondo del mensaje de Jesús en el Evangelio de hoy. No captaremos la profundidad de su llamamiento si lo entendemos como un mandato frío y desencarnado. Más bien, es necesario unir este pasaje, al lamento del Corazón de Cristo, que es un reproche cariñoso, que demanda amor: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron”.

Señor, que te siga, te conozca y te ame. Que te reciba en este tiempo de preparación para tu triple nacimiento en mí.

Madre, transforma mi corazón, Tú que a solas con tu Tesoro…, adoras, amas, esperas… Madre muda del Verbo que calla, enséñame a desaparecer amando. Santa María del Adviento: junto a Ti, en el Nazaret de la vida oculta… Estudio, oración, entrega, trabajo, olvido…

26/11/2011, Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (7, 15-27)

Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello. Él me contestó, explicándome el sentido de la visión: -«Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el Reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.» Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos. Después me dijo: -«La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos.

Salmo responsorial (Daniel 3, 82. 83. 84. 85. 86. 87)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor. R.

Bendiga Israel al Señor. R.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor. R.

Siervos del Señor, bendecid al Señor. R.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor. R.

Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

26 noviembre 2011. Sábado de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Vamos a iniciar estas reflexiones con un texto del Papa Benedicto XVI de la Exhortación Apostólica VERBUM DOMINI (de 30 de septiembre de 2010) sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Este párrafo lleva por título Realismo de la Palabra:

Quien conoce la Palabra divina conoce también plenamente el sentido de cada criatura. En efecto, si todas las cosas «se mantienen» en aquel que es «anterior a todo» (Col 1,17), quien construye la propia vida sobre su Palabra edifica verdaderamente de manera sólida y duradera. La Palabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestro concepto de realismo: realista es quien reconoce en el Verbo de Dios el fundamento de todo. De esto tenemos especial necesidad en nuestros días, en los que muchas cosas en las que se confía para construir la vida, en las que se siente la tentación de poner la propia esperanza, se demuestran efímeras. Antes o después, el tener, el placer y el poder se manifiestan incapaces de colmar las aspiraciones más profundas del corazón humano. En efecto, necesita construir su propia vida sobre cimientos sólidos, que permanezcan incluso cuando las certezas humanas se debilitan. En realidad, puesto que «tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo» y la fidelidad del Señor dura «de generación en generación» (Sal 119,89-90), quien construye sobre esta palabra edifica la casa de la propia vida sobre roca (cf. Mt 7,24). Que nuestro corazón diga cada día a Dios: «Tú eres mi refugio y mi escudo, yo espero en tu palabra» (Sal 119,114) y, como san Pedro, actuemos cada día confiando en el Señor Jesús: «Por tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). (nº 10)

PRIMERA LECTURA: Al profeta Daniel le preocupa saber el sentido de las cuatro bestias, sobre todo la cuarta, la más terrible, que parece que lucha contra los santos y los derrota.

Hay que recordar que el libro está escrito para que lo lean quienes sufren la persecución de Antíoco, en tiempos de los Macabeos, en el siglo II antes de Cristo. El último rey, que blasfema y es cruel y se deshace de los que le estorban, sólo durará tres años y medio, la mitad de siete, la mitad del número perfecto, por tanto, un número fatal para él. Entonces el Altísimo lo aniquilará totalmente, "y el poder real será entregado al pueblo de los santos, y será un reino eterno". La lección del autor es dar ánimos, infundir esperanza, porque la última palabra no la tiene Antíoco que quiso "aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley". Antíoco prohibió la celebración del sábado y las fiestas judías, e impuso un calendario helénico, pagano (símbolo de la paganización de las costumbres). La enseñanza es que Dios sale victorioso en la lucha contra el mal. Y los que han sido fieles, reciben la corona de la gloria. Nosotros, unidos a Cristo Jesús también saldremos victoriosos de las luchas y dificultades y recibiremos la corona de gloria.

SALMO (Daniel 3, 82-87): Toda nuestra vida se ha de convertir en una continua alabanza del Nombre de Dios. Si toda la naturaleza es invitada a cantar alabanzas al Señor bendiciendo su Santo Nombre, más aún se han de escuchar nuestras voces humanas. De un modo especial los sacerdotes, los siervos del Señor, las almas y espíritus justos, los santos y humildes de corazón han de vivir unidos en todo momento al Señor, pues su vida, de modo eminente, está en manos del Señor, y Él está realizando continuamente su obra de salvación mediante ellos. Estamos llamados a la felicidad de alabar y bendecir el Nombre de Dios eternamente, empezando ya en nuestra vida terrena.

EVANGELIO: Llamada a velar y orar para poder comparecer seguros ante el Hijo del hombre. No obstante, este desapego de lo temporal y el ponernos en marcha, cargando nuestra propia cruz, tras las huellas de Cristo, no es obra del hombre, sino la obra de Dios en el hombre. Por eso, al tiempo que hemos de estar vigilantes para no dejarnos sorprender por las tentaciones, ni deslumbrar por lo efímero, hemos de orar pidiendo al Señor su gracia y la asistencia de su Espíritu Santo para que podamos caminar en el bien, con los pies en la tierra y la mirada puesta en el Señor, porque Dios quiere estar siempre con nosotros. Que nuestro corazón diga cada día a Dios: «Tú eres mi refugio y mi escudo, yo espero en tu palabra» (Sal 119,114).

ORACIÓN FINAL: Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen María, hacernos dignos de participar, como ella, de la plenitud de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/11/2011, Viernes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (7, 2-14)

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron: -«¡Arriba! Come carne en abundancia.» Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, eón los que corma y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Salmo responsorial (Dn 3, 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor. R.

Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. R.

Manantiales, bendecid al Señor. R.

Mares y ríos, bendecid al Señor. R.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor. R.

Aves del cielo, bendecid al Señor. R.

Fieras y ganados, bendecid al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 29-33)

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: -Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

25 noviembre 2011. Santa Catalina de Alejandría (s. IV) – Puntos de oración

“Santa Catalina de Alejandría” Caravaggio. (Museo Thyssen Madrid) Hoy, 25 de noviembre, en la Iglesia Católica y en distintas iglesias orientales se celebra la memoria libre de Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir, que constituye en algunas facetas de su vida un ejemplo para todo militante de la Virgen.

Las noticias de su vida y de su martirio nos llegan envueltas en piadosa leyenda. Esta santa fue objeto de una devoción muy popular durante muchos siglos.

Natural de Alejandría fue una joven de familia noble que tuvo una esmerada educación y que estudio filosofía. Cuando tenía solamente dieciocho años de edad, Catalina se presentó ante el Emperador Majencio (306−312), quien perseguía violentamente a los cristianos. Con valentía le echó en cara su crueldad intentando probarle lo absurda que era la adoración de los dioses paganos. Asombrado de la audacia de la joven, pero incompetente para rivalizar con ella en cuanto a filosofía, el emperador la detuvo en su palacio y citó a numerosos eruditos a quienes mando utilizar toda su habilidad y ciencia para que de esa manera Catalina pudiera ser convencida de apostatar. Pero ella salió victoriosa del debate. Incluso algunos de sus adversarios, conquistados por su elocuencia, se convirtieron. La esposa del emperador, que había oído hablar de tan extraordinaria joven, fue a visitarla en su calabozo. Tras mantener unas entrevistas con Catalina la emperatriz se convirtió y se llegó a bautizar. La joven convirtió también en su celda a un oficial que la custodiaba y a varios soldados.

La intrépida joven, que efectuó tantas conversiones en su cautiverio, fue condenada por fin a morir destrozada en una rueda dentada. Según la leyenda, este instrumento de tortura fue milagrosamente destruido al tocarlo Catalina (en la iconografía cristiana se la representa frecuentemente junto a la rueda que fue instrumento de tortura). El emperador ordenó que fuera decapitada.

Puntos para la Oración.

Como Militantes de Santa María en esta joven tenemos un ejemplo para el apostolado alma−alma. Se había formado con seriedad en su juventud. Estaba preparada para dar razón de su fe en aquellos tiempos tan difíciles para los cristianos. Todos los que se le acercaban quedaban impresionados y atraídos hacia el amor de Cristo por su conversación llena de audacia y de sabiduría.

Al empezar la oración: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en presencia de Dios. Rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu Divina Majestad”

Petición: Señor, dame, por la intercesión de Santa Catalina de Alejandría, lo que te pido humildemente: la gracia de confesarte con sencillez y audacia ante los que me rodean, para acercarles a Ti que eres la Vida verdadera.

Composición de lugar: Contemplar a Santa Catalina en la cárcel, dando testimonio sencillo y valiente de Cristo con sus carceleros y la gente que iba a visitarla.

Al acabar la oración: Reflexionar durante unos minutos sobre cómo me ha ido. Hacer conscientes y agradecer las gracias recibidas, pedir perdón por las negligencias observadas. 

24/11/2011, Jueves de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (6, 12-28)

En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios. Entonces fueron a decirle al rey: -«Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?» El rey contestó: -«El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.» Ellos le replicaron: -«Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios. » Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo. Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: -«Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.» Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: -«¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!» Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir. Madrugó y fue corriendo al foso de los leones. Se acercó al foso y gritó afligido: -« ¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?» Daniel le contestó: -« ¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.» El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No hablan llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado. Entonces el rey Darlo escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: -« ¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»

Salmo responsorial (Dn 3, 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor. R.

Témpanos y hielos, bendecid al Señor. R.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor. R.

Noche y día, bendecid al Señor. R.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor. R.

Rayos y nubes, bendecid al Señor. R.

Bendiga la tierra al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 20-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

24 noviembre 2011. Jueves de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy recordamos a 117 mártires canonizados por Juan Pablo II en 1988: San Andrés Dung-Lac y compañeros mártires de Vietnam. Se cumple en ellos de forma elocuente lo que el libro del Apocalipsis proclama de Jesucristo: “con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación” (Ap 5, 9). En efecto: 96 son vietnamitas, 11 españoles (todos ellos dominicos) y 10 franceses. Son de todas las edades: desde los 18 hasta los 80 años. Aunque hay 8 obispos, y 50 sacerdotes, son mayoría los laicos: 59. Había padres de familia, y también una madre. Había entre ellos 6 militares, 4 médicos, un sastre, y completaban el conjunto pescadores, campesinos, jefes de comunidades cristianas y 16 catequistas.

Ellos han llevado a plenitud el texto del Evangelio que leemos hoy, unido al de ayer:

1) Los cristianos seremos perseguidos. Dice el Evangelio de ayer: “Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio”. De hecho, nuestros mártires fueron arrestados en distintas persecuciones: entre los siglos XVII y XIX se dictaron en Vietnam 53 edictos de persecución, (a las que habría que añadir la persecución comunista del siglo XX). Fueron llevados a los tribunales, comparecieron ante reyes y gobernadores, y tuvieron ocasión de dar testimonio con su vida: 75 fueron decapitados, 22 estrangulados, 6 quemados vivos, 5 fueron desmembrados y 9 murieron en la cárcel a causa de las torturas. Se cumplen, pues, las palabras de Jesús: “os traicionarán y matarán a algunos de vosotros”. Podemos preguntarnos: ¿Y yo, me asusto de ser perseguido en mi ambiente, empezando por mi casa, mis amigos, mis compañeros…, y cuánto más por los adversarios? ¿Veo en la persecución una ocasión para dar testimonio del Señor, tanto con mi vida como con mis palabras y actos?

2) La persecución y los perseguidores pasan. Los perseguidores de los mártires han pasado, y todo su mundo con ellos. Cuando uno visita Split, en Croacia, contempla admirado el palacio de Diocleciano, de finales del siglo III, que es patrimonio de la Humanidad. En el recinto del palacio el emperador se hizo construir un mausoleo extraordinario, para que en él descansaran sus restos. En el siglo VII el mausoleo fue convertido en la catedral de la ciudad, y desde entonces está dedicada a san Duje, un mártir precisamente de la persecución de Diocleciano. En el antiguo mausoleo hoy se veneran las reliquias de san Duje, y, sin embargo, ironías de la historia, nadie conoce el paradero de los restos de Diocleciano… Los perseguidores, poderosos en su tiempo, pasaron, no se les recuerda. Sin embargo los mártires, los que no contaban, los que fueron acallados hasta la muerte, nos hablan poderosamente a todas las generaciones.

3) El Señor vendrá con gran poder y majestad”. La fuerza de los mártires, y de los creyentes en general, proviene de este anuncio: el Señor vendrá. Más aún, el Señor viene; y más todavía: el Señor siempre está con nosotros: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo” (Mt 28, 21). Frente al miedo y la ansiedad por la caducidad del mundo y la destrucción de todo lo que pasa, nuestro auxilio es el poder, el amor y la sabiduría del Señor.

4) Nuestra esperanza en la persecución: se acerca nuestra liberación. Nuestra esperanza son las palabras del Señor: “Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Los mártires no se amilanaron ante el sufrimiento y la muerte: se levantaron y fueron a su encuentro, porque sabían que en ellos estaba su liberación, que el Señor les esperaba en y después de los tormentos. También nosotros debemos levantarnos y salir con esperanza al encuentro de todo lo que nos sucede: hemos de rasgar las apariencias de aquello que juzgamos adverso: por detrás y por encima de los acontecimientos descubrimos al Señor, que viene en ellos, “con poder y majestad”. “Es la buena nueva de nuestra salvación; es el anuncio de que el Señor está cerca; más aún, de que ya está con nosotros, y nos regala la liberación” (Juan Pablo II, 3.12.2000).

Oración final: Santa María, Reina y Madre de los mártires, modelo de nuestra fe: alcánzanos vivir en plenitud, como tú, la vida de fe, enséñanos a rasgar las apariencias de los acontecimientos, para descubrir en todo y siempre la presencia del Señor, que viene en ellos con poder y majestad, y nos alcanza la liberación, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.

23/11/2011, Miércoles de la XXXIV semana Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28)

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: -«¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.» Entonces Daniel habló así al rey: -«Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.

Salmo responsorial (Dn 3, 62. 63. 64. 65. 66. 67)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Sol y luna, bendecid al Señor. R.

Astros del cielo, bendecid al Señor. R.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor. R.

Vientos todos, bendecid al Señor. R.

Fuego y calor, bendecid al Señor. R.

Fríos y heladas, bendecid al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

22 novimebre 2011. Miércoles de la XXXIV semana Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La segunda parte de la enseñanza de Jesús en el templo (Lc. 21,5-38), final de su enseñanza pública, es también un discurso sobre el final del mundo, dirigido a todos y no solo a los discípulos.
Veamos el capítulo 21 de una forma esquemática:
  • Elogio de la viuda (Lc. 21,1-4)
  • Discurso escatológico:
    • Introducción (Lc. 21,5-7).
    • Advertencia inicial (Lc. 21,8-9).
    • Anuncio final (Lc. 21,10-11).
    • Hechos previos: persecución de los cristianos (Lc. 21,12-19).
    • Destrucción de Jerusalén (Lc. 21,20-24).
    • El final y sus signos (Lc. 21,25-28).
    • Parábola de la higuera (Lc. 21,29-33).
    • Advertencia conclusiva (Lc. 21,34-36).
    • Sumario final (Lc. 21,37-38).
  • Si hemos seguido durante esta semana los textos precedentes al evangelio de este día, nos resulta más sencillo el penetrar en su mensaje y en la intención de Jesús al hablar de este modo…
  • Nos encontramos:
    • Con la trágica señal del fin: la persecución de los creyentes.
      • Los perseguidores: serán las autoridades religiosas y civiles.
      • Los motivos de la persecución: los creyentes que son seguidores de Jesucristo.
      • El resultado de la persecución: un testimonio glorioso.
      • La preparación: no preparar defensa y esperar una respuesta sobrenatural.
    • Con quienes entregan a los creyentes.
      • No son otros que los parientes y los amigos…
    • Con la promesa que Dios hace a esos creyentes.
      • Todo lo que les suceda, estará bajo el control de Dios.
      • Y pueden tener la eternidad asegurada si perseveran con paciencia.
  • Nos encontramos por lo tanto: Con una persecución, por unos motivos muy concretos y con unos resultados precisos.
    • 1. Una persecución:
      • Tanto el ámbito civil como religioso perseguirán a los verdaderos creyentes antes del tiempo final…
      • Se intensificará la persecución, como nunca la ha habido…
      • Los creyentes serán objeto de oposición y de abuso, serán juzgados y martirizados…
        • Leer despacio:
          • o Afligidos: Hch. 4,3; 8,1; 12,4; 13,50; 14,19: 2 Cor.11,23-25
          • o Muertos: Hch. 7,59; 12,2
          • o Aborrecidos: Hch.28,22.
    • 2. "Por causa de mi nombre":
      • El mundo tratará de eliminar y silenciar a los creyentes porque son verdaderos seguidores de Cristo.
    • 3. Y el resultado de la persecución será un gloriosísimo testimonio a favor del Señor.
      • El creyente mostrará tal lealtad y fuerza sobrenatural, que incluso algunos de los perseguidores serán atraídos hacia Jesús.
      • El creyente mostrará que Cristo y la eternidad son reales.
    • Me gustaría terminar la reflexión para la oración de este día con un texto del libro del Apocalipsis: "No tengas miedo de lo que vas a padecer. Mira, el diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida…" (Ap. 2,10).

22/11/2011, Martes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (2, 31-45)

En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: -«Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»

Salmo responsorial (Dan 3, 57. 58. 59. 60. 61)
R. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. R.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor. R.

Cielos, bendecid al Señor. R.

Aguas del espacio, bendecid al Señor. R.

Ejércitos del Señor, bendecid al Señor. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero al final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. »

22 noviembre 2011. Martes de la XXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Esta es una virgen sabia y prudente, que salió a recibir a Cristo con la lámpara encendida

  • La antífona de entrada de la misa de hoy, celebrando a Santa Cecilia, es una buena manera de empezar nuestra oración.
    Ella no se dejó engañar por la “estatua gigante y de un brillo extraordinario, de aspecto impresionante”, que nos presenta la liturgia de este martes en la primera lectura, del profeta Daniel.
    Podemos relacionar esa estatua con todo lo que ofrece el mundo de hoy. Esa oferta, como la estatua, tiene los pies de barro, y basta que algo choque con ella para que la estatua entera se desmorone: “se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro”.
    El profeta Daniel, al explicar la visión al rey Nabucodonosor, le dice que los pies, de hierro mezclado con barro, “representan un reino dividido”. Podemos reflexionar sobre ello. ¿No nos sugiere que si a nuestro alrededor hay división, las verdaderas esperanzas se desmoronan, que debemos ser forjadores de unidad allá donde vayamos? Ese es un signo del verdadero reino, de aquel reino “que nunca será destruido, que durará por siempre”.
  • Jesús, en el evangelio, nos repite la misma idea: “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra”.
    De alguna manera nos recuerda esas otras palabras suyas que tanto meditamos este año, alrededor de la JMJ: edificar la casa sobre roca, perseverar firmes en la fe. Porque lo que vemos a nuestro alrededor, lo que los hombres se afanan por construir cada día, casi sin saber por qué, de todo eso, no quedará piedra sobre piedra. Los analistas nos dicen que Europa está al borde de la quiebra, que los países, llenos de deudas, van a la bancarrota. Es otra lectura del mensaje que estos días nos lanza la Iglesia: poner la esperanza en aquello que perdura para siempre, asentar nuestra casa sobre la roca firme de Jesucristo. El nos lo va a prometer: “el que perseveré hasta el final se salvará”.
  • Pidamos a María en la oración de hoy que sepamos transmitir a los que nos rodean esta esperanza. No merece la pena ponerla, por supuesto, en los que han ganado las elecciones, ni en los que las han perdido, ni en los que critican a unos y a otros tachándoles de aquello a lo que ellos mismos están sometidos: un materialismo que a la larga deja vacíos los corazones. Un materialismo que prescinde de los grandes deseos que alberga el corazón: deseos de amar y ser amado para siempre, deseos de vivir de verdad, deseos de eternidad.

Que santa Cecilia toque las fibras más sensibles de nuestro corazón y nos ayude a escuchar la música de Dios, a seguir el ejemplo de María, tal y como la contemplábamos ayer en la fiesta de su presentación: entregada del todo al servicio del Señor, dispuesta siempre a cumplir su voluntad.

Esta es una virgen sabia y prudente, que salió a recibir a Cristo con la lámpara encendida

21/11/2011, Lunes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario.

Comienzo de la profecía de Daniel (1, 1-6. 8-20)

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió. El Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes y aptos para servir en palacio, y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas. Cada día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey. Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación. El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo: -«Tengo miedo al rey, mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza. » Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a Ananías, a Misael y a Azarías: -«Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.» Aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres. Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino.

Salmo responsorial (Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56)
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21, 1-4)

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: -«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

21 noviembre 2011. Lunes de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La viuda del evangelio desenmascara nuestra religiosidad. Nos pone a prueba porque, en el fondo, si somos sinceros, sabemos que nosotros somos como los fariseos que echan al arca de las ofrendas sólo lo que nos sobra…

¿Quién de nosotros se juega la vida hasta donde duele? No sólo el dinero –que también-, sino sobre todo el tiempo, que es la vida que Dios nos da. Dar tiempo es dar vida. Y uno puede preguntarse si da al Señor del tiempo que le sobra o del que, como la viuda, era todo lo que tenía para vivir. Dar el tiempo no que nos sobra sino el que el necesitamos para vivir. Darle a tiempo de mi tiempo, del tiempo libre, del tiempo que me quedo para ser yo mismo…

Porque al final me planteo ser yo mismo como si fuera contrario a dejarle a Dios hasta el último resquicio de mi vida.

Pero esa viuda nos enseña que con Dios, cuando se trata de verdad de amar, no se puede jugar y entregar una parte de la vida, ni mucho menos la que nos sobra. Cuando se ama se entrega el alma entera, la vida sin medida, la mente y el corazón. Se ama completamente o sencillamente no se ama.

Y esa viuda amó de verdad.

Señor, enséñame a amarte así. A darte mi pobreza –como esa viuda- porque a ti no te importan mis miserias. Te importa que te las entregue y no me las quede. Te importa que mi pequeñez, mi poca cosa, mis limitaciones e incluso mis pecados te los entregue todos con mi vida entera.

¿Seré capaz en este día dejarme amar así? ¿Podré amarte así? Desde mi pobreza y… desde tu misericordia.

Desde mi pobreza y desde tu riqueza.

Darte todo lo que soy y sólo, a partir de ahí mirarte a ti solo. Dejar de mirarme a mí y mirarte, Señor.

20/11/2011, Domingo de la XXXIV semana de Tiempo Ordinario – Festividad de Cristo Rey

Lectura de la profecía de Ezequiel (34, 11-12. 15-17)

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un dia de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear -oráculo del Señor Dios-. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrio.»

Salmo responsorial (Sal 22, 1-2a. 2b-3. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. R.

Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 20-26. 28)

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.' Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo habla sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

21 noviembre 2011. Domingo de la XXXIV semana de T. Ordinario – Festividad de Cristo Rey – Puntos de oración

Ojalá que en este domingo busquemos un momento tranquilo para estar a solas con el Señor. Sin prisas y en un lugar sin mucho ruido, quizá en el campo donde hoy mejor se entienden los textos de la Eucaristía. Podemos hacer la oración de modo muy sencillo recitando lentamente las palabras del Salmo 22. Que se vayan posando en nosotros sus palabras, ayudándonos de la imaginación podemos visualizar la senda por donde camino, la fuente que calma mi sed, la seguridad que me trasmite la mano fuerte de Jesús.

Ojalá al final de la oración pueda estar en el grupo de los que han amado, sin quizá saber muy bien a quien, pero con un corazón generoso y confiado.

19/11/2011, Sábado de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de los Macabeos (6, 1-13)

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia habla una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que habla sido el primer rey de Grecia. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, habla huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le hablan salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: -«El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: " ¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso! " Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera. »

Salmo responsorial (Sal 9, 2-3. 4 y 6. 16 y 19)
R. Gozaré, Señor, de tu salvación.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R.

Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido. R.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
Él no olvida jamás al pobre, ni la esperanza del humilde perecerá. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20, 27-40)

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

19 noviembre 2011. Sábado de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El hombre es un ser para la vida

Los saduceos que se acercan a Jesús con una pregunta capciosa y presentándole un caso hipotético, negaban la resurrección, y con este caso lo que hacen es ridiculizarla.

Por eso nuestra oración de hoy, acompañados especialmente por María, en un sábado más que dedicamos especialmente a nuestra Madre, tiene que ayudarnos a tener una visión adecuada de la muerte y de la vida, porque de ahí se derivará nuestra forma de actuar y de colocarnos ante los distintos acontecimientos.

Lo primero que hemos de tener presente es el grupo que plantea a Jesús esta pregunta en el evangelio. Los saduceos estaban formados por aristócratas y sacerdotes. No aceptaban más ley que la Torá. Tenían complejo de élite y eran materialistas y pragmáticos. No admitían la existencia de los ángeles ni la resurrección de los muertos. Eran escépticos respecto de la era mesiánica. Políticamente buscaban el poder, por eso colaboraban con los romanos.

Jesús afirma que el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, “no es un Dios de muertos, sino de vivos” porque para Él todos están vivos en su presencia.

De cómo nos coloquemos ante la muerte depende todo nuestro procedes en la vida. De ahí que la intimidad de nuestra oración nos tiene que ayudar a clarificar la visión. Según son las respuestas, así son actitudes vitales.

  • Miedo visceral
  • Silencio ante un tabú
  • Fatalismo estoico ante un hecho natural e inevitable
  • Hedonismo a tope ante la fugacidad de la vida
  • Pesimismo
  • Rebeldía
  • O bien la serena esperanza de una creencia en la inmortalidad y la resurrección.

Jesucristo resucitado es la única respuesta válida al interrogante de la muerte del hombre.

Pensemos esto en este rato y se nos llenará el alma de una paz imperturbable.

La muerte nunca es el final del camino. El final es JESUCRISTO.

18/11/2011, Dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo

Lectura del primer libro de los Macabeos (4, 36-37. 52-59)

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: -«Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.» Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

Salmo responsorial (ICro29, 10.llabc.lld-12a.12bed)
R. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. R.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R.

Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria. R.

Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 45-48)

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: -«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

18 noviembre 2011. Dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo – Puntos de oración

Al iniciar la oración debemos ser conscientes de que Dios me está esperando, ponerme en su presencia, escuchar lo que Él quiere decirme y contarle lo que llevo en mi corazón, lo bueno y lo malo que hay en él, mis alegrías y mis penas, todo aquello que me ocupa y me preocupa.

La Iglesia en el mes de noviembre propone a sus hijos que tenga una memoria sobre la vida eterna, que estamos en camino hacia la meta verdadera, por eso está bien recordar aquí la frase de Kempis: “en quitándose de la vista bien presto se va de la memoria”.

La fe cristiana dice a los creyentes que nuestros seres queridos no sólo siguen viviendo en nuestro recuerdo y en nuestro cariño, sino que continúan realmente viviendo junto a Dios. Algo que, sin duda, no es fácil asumir y de aceptar. Estamos hechos de tal forma que nos cuesta mucho trabajo aceptar lo que no podemos ver ni tocar; y que haya una vida después de la muerte es algo que nunca hemos visto ni tocado pero es bien cierto la frase que dirige el zorro al pequeño príncipe en la obra de A. de Saint-Exupéry: “lo esencial es invisible para los ojos; sólo se ve bien con el corazón”. Ante el misterio de la muerte nos situamos en un terreno en el que no nos bastan los ojos o las manos; es el terreno de lo esencial, de lo que sólo se ve con el corazón, de lo que sólo se puede aceptar por la fe, por “los ojos iluminados del corazón”, de los que hablaba san Pablo.

La fe cristiana no nos habla de la resurrección del alma, sino de la “resurrección de los muertos”, o como se formula en el Credo, la “resurrección de la carne”. Será la experiencia del Resucitado lo que llevará a los testigos a afirmar que también los muertos resucitan. San Pablo nunca dirá que Jesús ha resucitado porque todos los muertos resucitan. Será al revés: los muertos resucitan, porque Jesús ha resucitado. Esta es la esperanza: porque Dios ha sido fiel con Jesús y lo ha resucitado de entre los muertos, también los que somos “hijos en el Hijo” podemos tener esa misma esperanza.

Suplicar al Señor y a su Madre que mantengamos a lo largo de todo nuestro caminar hacia la Patria Eterna la esperanza de la resurrección para no caer en la tentación de creer que los deseos de felicidad y de eternidad, hondamente grabados en nuestro ser, se rompen definitivamente en pedazos con la muerte.

Al terminar nuestra oración hacer un pequeño balance de cómo vivo yo esta verdad de fe de la resurrección aquí en esta vida y si me ayuda a vivir el momento presente para escuchar un día la voz del Señor que me dice: “ven bendito de mi Padre, recibe la herencia del Reino preparado para ti desde la creación del mundo”.

17/11/2011, Jueves de la XXXIII semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de los Macabeos (2, 15-29)

En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modin, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: -«Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos. » Pero Matatías respondió en voz alta: -«Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.» Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatías se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu. Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: -«El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, i que me siga! » Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.

Salmo responsorial (Sal 49, 1-2. 5-6. 14-15)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. R.

«Congregadme a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. R.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro:

yo te libraré, y tú me darás gloria.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19, 41-44)

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: -«¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Archivo del blog