29 junio 2013. San Pedro y San Pablo, Apóstoles – Puntos de oración

Adentrarnos hoy en la oración es algo muy sencillo, pues vamos acompañados de estos dos gigantes del espíritu que vivieron en el amor, conocimiento y entrega a Jesucristo.

Les pedimos un corazón apasionado que se sepa enamorar de Cristo en este rato dedicado a la oración.

Son fundamento de lo que creemos y dieron la vida por el Evangelio, o sea, por Jesús. Por esto mismo se convierten para nosotros no solamente en testigos, sino también en maestros de vida interior.

Esta solemnidad de los Apóstoles ya se celebraba en el siglo IV en esta fecha del 29 de Junio, cuando se festejaba a San Pablo en la tumba de la vía Ostiense y a San Pedro en la catacumba de la vía Apia.

En los Hechos apócrifos de Pedro y Pablo, escritos en el siglo V bajo el influjo de León Magno, formados por la refundición revisada de los Hechos de Pedro, del siglo II, y de los hechos de Pablo, del siglo III, se demuestra la perfecta armonía de los dos apóstoles martirizados conjuntamente en Roma.

Según testimonio de Tertuliano, siglo II, Pedro de Betsaida murió crucificado; y, según Orígenes, con la cabeza hacia abajo. Las excavaciones recientes confirman que el martirio del jefe de los Apóstoles, hacia el año 67, se llevó a cabo en la colina del Vaticano.

Pablo de Tarso, en Cilicia, cuyo nombre era Saulo, fue decapitado hacia el año 67, como atestigua también Tertuliano y la tradición constante, junto a la vía Ostiense, a cinco kilómetros de Roma.

Ambos apóstoles han estado siempre unidos en la veneración cristiana, aunque no esté probado que permanecieran presos en la misma cárcel Mamertina.

En la oración colecta de la Misa se nos dan las claves para descubrir la importancia de esta veneración a Pedro y a Pablo: “Dios entregó a la Iglesia las primicias de su obra de salvación”.

Por medio de los Apóstoles la Iglesia se ha mantenido siempre fiel a las enseñanzas  de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Ellos nos han transmitido las claves fundamentales:

  • Perseverancia en la fracción del pan.
  • Fidelidad a las enseñanzas de los apóstoles
  • Fortalecimiento del vínculo de la caridad
  • Un solo corazón y una sola alma en la plegaria.

Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo el maestro insigne que la interpretó; aquél fundó la primera Iglesia con el resto de Israel; éste la extendió a todas las gentes.

Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

Mirando la vida y el testimonio de estos dos grandes maestros es como enfocamos la oración de este día. No podemos hacerlo de otra manera. Son modelo de cercanía con Jesús, aunque cada uno con su estilo peculiar, lo cual nos muestra que hemos de acercarnos al Maestro de la vida con nuestra propia personalidad.

Hacer oración junto a Pedro y a Pablo es encenderse en deseos de identificación. “Señor, ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna”.

No puede faltar en este día una petición especial por el Papa Francisco, sucesor de Pedro, para que el Señor le ilumine y le llene de fortaleza para que sea un faro que ilumine este tramo de la historia que atraviesa la Iglesia.

Santa María, Reina de los Apóstoles, haznos a cada uno de nosotros verdaderos enamorados de Jesucristo, dispuestos a trabajar por el Reino de Dios, la propagación del Evangelio, hasta el último aliento de nuestra vida.

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